Los mazatlecos ponen el ambiente en un
desfile que desbordo glamor por todos lados.
La
noche apenas caía cuando la gente ya bailaba, no se veía ni a lo lejos un solo
carro alegórico, pero el ambiente no decayó. Daba ya las 5:30 y apenas
arribaron los patrocinadores; desde las estaciones de radio hasta los productos
comestibles, uno a uno avanzaban con sus carros, que si no bien decorados,
traía a las mejores modelos para atraer la mirada de los varones que iban sin alguien
a quien abrazar.
Después,
dos largas horas… dos horas de pies entumidos, piernas acalambradas, brazos
pesados, posaderas aplastadas y cabezas cabizbajas; porque, que sería del
carnaval sin tener que esperar un largo rato para que continúen los carros, ese
tiempo que parece que los patrocinadores obligan que suceda.
Para
no molestarse tanto, y quizás no enfadarse con los demás, esta esa gente, esa
gente que te vende lo que hasta no deberíamos comprar; los vendedores ambulantes
que nos atrapan con sus dulces y chucherías para matar el aburrimiento, que
como decía, parece ser infinito, y nada más.
Cuando
parecía que nunca llegarían; por fin, a lo no muy lejos se veían las luces de
las patrullas escoltando los carros; cuetes, cuetes y más cuetes, parecía que
anunciaban la llegada de la realiza, y quizás si era así. Hasta adelante la ETI
5 con sus chicas que marchaban como si no hubiera final; para sorpresa de todos,
se presentaba en el carro de “Pacifico”: Vanessa Huppenkothen, la conductora de
televisa, ella quien siempre luce bella, bailando para que toda las miraran
presentes e impetuosas.
Atrás
el “momo”, a quien se le estaba rindiendo tributo; un tipo muy risueño que
levantaba la mano para sentirse el mejor
en el mundo; en un carro de Fénix lucia, amagaba con bostezar pero no lo hacía,
y unos pocos pasos de baile tiraba, aunque al parecer su carisma no llegaba, a
opacar a las y los modelos que siempre se roban el espectáculo entero.
Entre
confetis, serpentinas, globos y luces llego, llego la Reina, la Reina del Carnaval, Rocío IV, tan brillante y sonriente, tan
efímera y sobresaliente… hacia que los denominados “súbditos” bajaran sus
cabezas y dejaran de bailar; todo esto por un atmosfera de realeza que se vive
en cada carnaval en cada sonrisa del niño que pide un dulce o una peluca, así
nos hizo sentir Roció IV durante la noche tan especial.
Y no menos
importante, pasaban una a una, una tras otra las comparsas de escuelas
marchando y bailando al ritmo de casi todo los temas que existen en el mundo;
sus disfraces coloridos hacían recordar aquellos festivales de día de las
madres en las primarias, donde con todo cariño le dedicábamos un paso a la
‘Madre’ querida.
Hadas, peces,
criaturas ancestrales, semi-humanos y faunos, fueron algunos de los carros que
se llevaron las miradas de las señoras y señores que cómodamente estaban
sentados hasta adelante; pero claro, nada de esto hubiera sido posible sin
aquellas personas, que si bien no se miraban de entrada, estaban allí, estaban
dentro, empujando o manejando los carros que nos sacaron sonrisa, que quizás nos
segaron en un momento por tanta luz; pero ay que reconocerlo… sin ellos nada
seria.
Las escuelas de baile
y actuación cultural también se hicieron presentes, al ‘son’ que les pongas
bailan; con sus trajes que prendieron a las multitudes, que aclamaban un
sabroso calor para aquella solida noche. Bailes de griegos, sirenas, arlequines y hasta chinos nos mostraron,
saltaron y cantaron, más nunca se cansaron; pareciera que durmieron completo un
día antes para estar con todo la noche esperada.
El deporte
mazatleco también apareció en el desfile, cuando Pedro el ‘Zurdo’ Guevara apareció
en el medio de los carros mostrando su majestuoso campeonato mundial de boxeo.
Con un traje tipo ‘smoking’ saludo a la gente con el puño al aire; orgullo del
puerto que al igual que todo el estado, siempre ha sido semillero de
deportistas excepcionales, y este también lo es.
Más adelante,
cuando la noche se veía más esclarecida, llegó la siguiente realeza,
derrochando belleza, la
reina de los Juegos Florales de 2015: Marcela II, y no llego sola, a sus
espaldas haciéndonos viajar al hermoso pasado de Mazatlán, las reinas de los juegos
florales de 1990 y 1965, Libia Zulema Farriols y María Elena Rodríguez,
respectivamente. Las hermosas señoras o abuelitas que jamás pasaran de moda
para los que año con año están presentes en el malecón por los desfiles
mazatlecos.
Y así se fueron, tal
como llegaron, uno tras otro los 31, con vestidos o pecaminosos, con sombreros
o ruedas, todos formaron una larga cola que hasta el final disfrutamos, que
siempre lo gozamos, que esperamos y soportamos, mas nunca olvidamos; el gran
carnaval que siempre cierra con esos bellos animales cuadrúpedos, galopantes
como el viento y majestuosos como la naturaleza de la que los privan; los
caballos siempre cierran el desfile que con todo corazón, los mazatlecos
entregaron.
Una vez más se
sintió la pasión que entregamos los mazatlecos con nuestras fiestas; no por
solo mencionar a la machado, olas altas o el centenario, donde se supone que la
gente se “prende”, no solo ellas nos hacen feliz, es la familia y los amigos
los que nos sustentan de alegrías, sea donde sea, estemos donde estemos, los
seres queridos estarán ahí acompañándonos cuando los necesitemos.
Es por eso que el
carnaval no es solo una festividad, es un sentimiento de gozo perpetuo que
descansa en el corazón de los ‘pata salada’, que despierta en la alborada de
aquel recorrido de jueves a martes, y que hace escala, en el domingo más
familiar del año… El desfile del carnaval de Mazatlán.
Alexis García